La seguridad en la nube se guía por la incorporación de la seguridad antes, la adopción de un enfoque proactivo para reducir continuamente los riesgos y la corrección más rápida con seguridad unificada.
La seguridad en la nube se basa en un conjunto de herramientas y tecnologías diseñadas para proteger los recursos. Estos incluyen firewalls para la protección de la red, cifrado para proteger los datos en tránsito y en reposo, y sistemas de
gestión de identidad y acceso (IAM) para controlar los permisos de los usuarios. Los sistemas de detección y prevención de intrusiones (IDPS) monitorean los entornos de nube para detectar actividades sospechosas, mientras que la seguridad de los
extremos realiza verificaciones para asegurarse de que los dispositivos que acceden a la nube sean seguros.
Otro enfoque implica una plataforma de protección de aplicaciones nativas en la nube (CNAPP) con tecnología de inteligencia artificial generativa. Una CNAPP actúa como un único centro de comandos donde varias soluciones de seguridad en la nube se consolidan bajo un único paraguas. Estos incluyen la gestión de la postura de seguridad en la nube (CSPM), la seguridad de DevOps de múltiples canales, las plataformas de protección de carga de trabajo en la nube (CWPP), la detección y respuesta en la nube (CDR), la gestión de derechos de infraestructura en la nube (CIEM) y la seguridad de la red de servicios en la nube (CSNS). Una CNAPP detecta y mitiga vulnerabilidades en todo el ciclo de vida del software, lo que proporciona una seguridad sólida frente a amenazas en constante evolución. Los CNAPP usan inteligencia artificial generativa para proporcionar información en tiempo real, detección de amenazas automatizada y administración proactiva de riesgos, lo que reduce la superficie expuesta a ataques y mejora la resistencia en entornos dinámicos nativos de la nube.
Se necesitan directivas y procedimientos claros para la seguridad en la nube. Las organizaciones deben establecer reglas para el acceso a los datos, el almacenamiento y el uso compartido, para que los empleados y asociados sigan los procedimientos recomendados. Las evaluaciones y auditorías de seguridad periódicas identifican vulnerabilidades, mientras que los planes de
respuesta a incidentes respaldan la acción rápida ante las infracciones. Las directivas también incluyen medidas de cumplimiento para cumplir los estándares legales y normativos, así como procedimientos de copias de seguridad periódicas para ayudar con la recuperación de datos en caso de un ataque o error.
La seguridad en la nube se basa en un modelo de responsabilidad compartida, que divide las tareas de seguridad entre el proveedor de servicios en la nube (CSP) y el cliente. El CSP suele ser responsable de proteger la infraestructura, incluidos el hardware, las redes y los centros de datos físicos. Por otro lado, los clientes son responsables de proteger sus propios datos, aplicaciones y acceso de usuario. Por ejemplo, en un entorno de software como servicio (SaaS), el proveedor protege la propia aplicación, pero el cliente debe administrar los permisos de usuario y proteger sus datos dentro de la aplicación. Este enfoque colaborativo permite a ambas partes contribuir a una posición de seguridad sólida.
Mediante la integración de tecnologías avanzadas, la implementación de directivas completas y el cumplimiento del modelo de responsabilidad compartida, la seguridad en la nube crea un entorno resistente que protege contra las ciberamenazas modernas.
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